sábado, 19 de noviembre de 2011

undiadelomásEXTRAÑO

No es tan fácil describir el día más raro de mi vida, un día que nada más empezar sabes que será diferente. Todo comienza con un mensaje de texto que cancela una cita. Hasta ahora quizás parece un día de lo más normal, pero es entonces cuando algo cambia. Cuando por algún motivo, los astros y los planetas se alinean para crear algo especial, algo que modificará completamente todo lo que pasará de ahora en adelante. Como por ejemplo seria el hecho de que ese mensaje no llegara a su correspondiente destinatario, la cual cosa provocaría una cadena de hechos que desembocaría, cual río llegando al mar, en el más gracioso e increíble de los desastres.
Estoy soñando. El calor del sol del verano, la arena húmeda de la orilla de la playa, el olor a crema solar, y ese regustillo a sal que notas cuando tragas un buen buche de agua de mar. Todo parece tranquilo, y se puede escuchar el romper de las olas.

Cuando de repente despierto, y pasan algo más de las nueve y media de la mañana. Llaman al timbre de mi casa. No me levanto. Será el cartero. Vuelven a llamar al timbre, y esta vez lo mantienen pulsado algo más de rato. Finalmente me levanto algo extrañada, y oliéndome que algo diferente esta a punto de pasar. Que gran sorpresa cuando miras la pantallita del interfono, y ves como la cara de  tu cita cancelada de hoy, la cara de una verdadera amiga se asoma tímidamente. Le digo que por favor suba, y mientras ella llega me da tiempo a recogerme el pelo en una coleta y adecentarme un pelín. A pesar de ser temprano, y de hecho una visita un tanto inesperada, por dentro alucino porque no me siento para nada extraña, estoy realmente cómoda con la situación, y es que en algún rincón de mi mente me parece que es de lo más normal. Como viejas amigas que somos, y como viejas amigas que retoman viejas costumbres, vemos un buen rato la tele, y encontramos de cualquier tema insulso algo interesante de lo que hablar, y es que al lado de una buena amiga, cualquier cosa se convierte en un par de sonrisas y unas cuantas carcajadas. De hecho incluso sobra el televisor, porque lo único que convierte ese momento en especial eres tú, una amiga de aquellas que llevas en lo más hondo de tu corazón. Después de un par de programas de MTV,  un cambio de vestuario y muchas tortitas después, autobús al centro comercial para dar una vuelta y ojear un par de tiendas. Aceleramos un poco el día.
Son cerca de las dos y vuelve a sonar el timbre. La situación: comida familiar, acompañada de un pastel de tiramisú casero hecho con coñac, y ver a alguien que hace tiempo que no veías. Eso sumado a que ese alguien esta mejor que nunca, de hecho esta como nunca antes le habías visto, con tan solo escucharlo sabes que ahora esta realmente feliz. Y lo cierto es que después de todo, te echas unas buenas risas, no sé si debido al coñac del pastel o  a que simplemente necesitaba un rato como ese, pero ha sido estupendo.
Sí, lo has adivinado, vuelven a llamar al timbre. Esta vez no es una buena amiga, no, son tres de ellas. Son amigas que llegan en el momento perfecto, cuando más lo necesitas, y cuando ni siquiera las has llamado. Amigas que por razones que ni siquiera comprendo tienen el maldito don de aparecer cuando es necesario, amigas que no tienen el don de la inoportunidad que yo tan secretamente codicio. Sin pensármelo un par de veces, bajo en seguida a verlas, y descubren que escondo algo tras mis ojos. Mi liberación es tanta que al contarlo, mis secretos escapan en forma de lágrimas desde lo más profundo de estos, y desaparecen mientras se deslizan mejillas abajo. Y no puedo dejar de temblar. Es como si acostumbrada a llevar un gran peso encima me liberaran de él de repente, sin avisar.
Y así es como sin quererlo, tienes un día de lo más extraño. De hecho aún no ha terminado el día, y es posible que cuando menos te lo esperes, si hasta ahora has tenido un día medianamente normalito, oigas un lejano ding dong. Un extraño y lejano ding dong que siempre trae consigo algo especial!


Fotos: HDominguez

viernes, 4 de noviembre de 2011

LACLAVE.

Hoy necesito hablar de un tema que a todos nos corroe por dentro. Las inseguridades. Sí, ese es el tema del día. 
No sé muy bien que son las inseguridades, lo único que tengo claro acerca de ello es que nos hacen sentir mal, muy mal. Las inseguridades son una especie de miedos que nos paralizan, que nos arrebatan cualquier libertad de movimiento. Las inseguridades nos dejan clavados en las vías del tren mientras oímos como este se acerca des de la lejanía. Es una verdadera paradoja. Es cierto que nos inmovilizan, pero a la vez nos obligan actuar de manera irracional, de una manera en la cual no actuaríamos con normalidad. Estos miedos son capaces de sacar lo peor de ti mismo, de convertirte en una bestia irreconocible que actúa movida por unos hilos, cual marioneta manejada por el más vil de los diablos. Lo que puede pensar la gente que nos rodea, es que todo viene de un pequeño  o gran cruce de cables, y seguramente no entiendan nuestro comportamiento, pero eso es porque las inseguridades son invisibles a los ojos de los demás. Si sufres de inseguridades, anímate y no te preocupes, porque estos pequeños complejos solo aparecen en tu mente, y por lo tanto los demás no los van si quiera a percibir. Si bien, esto también puede ser porque cada uno ya tiene suficiente con sus propios problemas y preocupaciones como para andarse fijando en los defectos de los demás.

Hablando en plata, tener inseguridades es de lo más normal del mundo. De hecho, hoy en día es algo de lo más corriente, solo excluimos  de este asunto a aquel que se siente realmente seguro de si mismo. Pero ciertamente, solo esa persona puede ser realmente como quiere, como realmente es, ya que no tiene ninguna muralla ni barrera que romper como cualquier persona insegura. Lo que quiero decir, aunque suene algo exagerado es que nunca llegaremos a ser quien somos en nuestro interior hasta que dejemos de lado nuestros miedos. Miedos que a veces es mejor exteriorizarlos para superarlos. ¿Qué que nos pueden ofrecer los demás para llegar a ser quienes somos? Pues es fácil y sencillo. Ellos tan solo nos van a desenmascarar nos van a hacer ver las cosas tal y como son, tal y como se ven desde fuera, regalándonos una visión por fin objetiva de nosotros mismos. Esto tiene que ser suficiente para entrar en razón y olvidarte de todo eso, y es que a veces solo es necesaria una persona,  una buena palabra de una amiga o un amigo en quien confíes para abandonarte al más puro estado de felicidad.  Y es que en cuanto rompas esa barrera que tú mismo te has construido, vas a dejar que los demás te quieran tal y como eres, y vas a empezar a sentirte querido. 
Esa es la clave, la clave de la felicidad.




Fotos: HDominguez